Diabetes tipo 2: una epidemia silenciosa ¿o silenciada?
Sorprendentemente y a pesar de lo contundente de las cifras, pareciera que la población general vive a espaldas de la diabetes tipo 2. Al menos un servidor tiene esa sensación.
Según los datos de la última edición (8ª) del Atlas de la Diabetes
publicado por la Federación Internacional de Diabetes se calcula que cerca de 425 millones de personas en todo el mundo –el 8,8% de la población adulta entre 20 y 79 años- tienen diabetes (datos actualizados a fecha de 2017); la diabetes es por tanto una de las mayores emergencias sanitarias mundiales del siglo XXI. Figura entre las 10 principales causas de muerte en el panorama mundial, y junto con las otras tres principales enfermedades no transmisibles (ENT) -enfermedades cardiovasculares, cáncer y enfermedades respiratorias- contribuye al 80% de todas las muertes prematuras asociadas a las ENT. Además, entre los principales problemas de la diabetes figura el saber que entre un 30 y un 80% de las personas con diabetes no cuenta aún con un diagnóstico.
Entre todos los casos de diabetes, es preciso señalar que la denominada “tipo 2” es la forma más frecuente, y representa alrededor del 90% del total de casos de dicha patología. Una variante que, en contraposición a la de tipo 1, cuenta con unos desencadenantes notablemente relacionados con los estilos de vida. Tal es así que existen pruebas de alta calidad procedentes de ensayos controlados y aleatorizados sobre prevención primaria que respaldan la eficacia de las intervenciones sobre el estilo de vida como una eficaz manera de prevenir el avance de la prediabetes hacia la diabetes tipo 2.
Es una epidemia
Las cifras no engañan, epidemia es: el número de personas con diabetes ha aumentado de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014; en términos de prevalencia referida a los adultos mayores de 18 años la diabetes ha aumentado del 4,7% en 1980 al 8,5% en 2014. No solo afecta a un porcentaje importante de la población mundial, sino que demás su incidencia crece y crece sin que por el momento se prevea un techo. Pocas ENT –por no decir ninguna- han sufrido nunca un incremento de esta envergadura. En términos de mortalidad atribuible, se ha estimado que en 2016 1,6 millones de muertes –aproximadamente- fueron causadas directamente por la diabetes y, según datos de 2012 aportados por la Organización Mundial de la Salud, otros 2,2 millones de muertes anuales se deben a los niveles altos de glucosa en sangre. Creo preciso poner en valor estas cifras, y recordar que a una de las bestias negras de nuestro tiempo, también en relación con las ENT y con un especial impacto en el acervo popular -el cáncer- se le atribuyó en 2018 y según la misma fuente 9,6 millones de fallecimientos. Es decir, tristemente -y si se me permite la analogía- estamos hablando de jugadores de una misma liga.
Parece que la población general vive a espaldas de estos datos. A pesar de los números, la diabetes tipo 2 no aparenta ser una preocupación entre la población, su riesgo no se vive con un mayor temor como sí se vive el de otras ENT.
Es silenciosa
Se trata por tanto y a mi juicio de una epidemia silenciosa o sorda. Creo que sería un buen momento de emprender las acciones necesarias para abrir los ojos de esa población y mostrarle que más allá del riesgo de fallecimiento, suficientemente importante per se, la diabetes en general y la tipo 2 más en particular habida cuenta de su prevalencia, supone la principal causa de ceguera, insuficiencia renal, ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y amputación de las extremidades inferiores en nuestro entorno.
Me gustaría que la población general tuviera la posibilidad de vivir el ejemplo que un servidor tuvo la oportunidad de experimentar por circunstancias personales cuando hace un par de años pasé un tiempo relativamente amplio acompañando a un familiar próximo mientras este estaba hospitalizado. Su caso nada tenía que ver con la diabetes, sin embargo, en el tiempo que este familiar estuvo hospitalizado dicho familiar compartió habitación con cuatro personas también hospitalizadas. Me llamó la atención conocer que esas cuatro personas estaban ingresadas para practicarles una amputación a causa de una de las principales complicaciones de la diabetes de largo de recorrido y, sobre todo, mal gestionadas. Además, el tiempo que pasé en el entorno de aquella planta de cirugía vascular me sirvió para constatar que ni tan siquiera en un pequeño número de habitaciones aledañas a la del familiar al que acompañaba había ningún paciente ingresado que no tuviera diabetes y que no estuviera allí para que se le practicase algún tipo de amputación.
¿O es silenciada?
No pretendo ni mucho menos adentrarme en el terreno de las conspiraciones, pero con todos estos datos resulta cuando menos llamativo lo escasamente prevenida y lo poco que sabe la población al respecto de la diabetes tipo 2. Me refiero a la poca importancia que en apariencia se le traslada, a su escasa preocupación.
En su lugar y dejando al margen el tema del cáncer –sobre el que sí hay una particular sensibilización- la población general vive aterrada por la obesidad. El asunto no sería malo del todo si dicha preocupación estuviera bien enfocada, me refiero a las implicaciones de esta en la diabetes. Pero más al contrario pareciera que la obesidad preocupa principalmente por motivos estéticos en su mayor parte. Son escasas las conversaciones en las que dentro de la preocupación por el exceso de peso, el riesgo de diabetes sea un argumento. Pareciera que este riesgo es un aspecto menor, lejano si cabe, cuando más al contrario está bien contrastado que aunque las causas de la diabetes tipo 2 no se entienden plenamente, sí sabemos que existe un fuerte vínculo con el sobrepeso y la obesidad. Entre los factores de riesgo que son modificables y que desempeñan un papel importante en el debut de la diabetes tipo 2 figuran: un exceso de adiposidad (obesidad), una dieta inadecuada, la falta de actividad física, el tabaquismo. Sin embargo, creo que no existe una mayor conciencia colectiva de estas circunstancias.
Y yo me pregunto por qué: las medidas de prevención primaria son tan claras, las consecuencias de no seguirlas tan graves y el desconocimiento general tan amplio que… no lo entiendo. De verdad.
Y es que más allá de esta realidad, el escaso conocimiento y conciencia que en el panorama general se tiene de la diabetes responde muchas veces a conceptos anacrónicos que hoy ya debieran de estar más que superados. Pero no es así. Y ya no solo en el panorama general. Llegado el momento, es preciso meter el dedo en la llaga y hacer notar que algunos profesionales sanitarios se encuentran igual y tristemente desactualizados. Es decir, no entiendo como a día de hoy se sigue confiando en las relaciones cerradas e inamovibles de macronutrientes ya sea para prevenir la diabetes o bien como tratamiento desde el punto de vista dietético siendo que la evidencia científica ha descartado esta relación. Como tampoco entiendo, por ejemplo, la criminalización del consumo de fruta entre las personas bien para reducir su riesgo de diabetes o como tratamiento de exclusión una vez diagnosticados; al tiempo que, por ejemplo, se ponen alza los denominados “alimentos para diabéticos” (cuando las más recientes recomendaciones basadas en la evidencia desaconsejan encarecidamente el uso de estos alimentos comercializados con este tipo de alegaciones). Y así se podría seguir citando decenas de ejemplos de recomendaciones antediluvianas. Pero no es este el momento.
A modo de resumen
- La diabetes tipo 2 representa una epidemia emergente con un crecimiento incesante desde hace más de 40 años.
- Sus consecuencias en términos de morbi-mortalidad son suficientemente graves como para que la población general cambie su actual percepción al respecto de esta enfermedad que, hoy por hoy, muestra ser una percepción errónea, inconsciente y/o condescendiente.
- Es responsabilidad de las autoridades sanitarias y del personal sanitario debidamente actualizado hacer cambiar esta perspectiva entre la población general.
- Una cuestión importante sería hacer saber que según la International Diabetes Federation se podrían evitar el 70% de los casos de diabetes tipo 2 con la adopción de un estilo de vida saludable.
Artículo publicado en el Nº 56, Abril 2019, de la Revista Diabetes de la Sociedad Española de Diabetes.
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Gracias por el artículo Juan.
Detrás de algunas patologías notables como la diabetes tipo II se aprecia una influencia importante de los tipos de alimentos y bebidas altamente azucaradas que existen en el mercado, el consumo reiterado de dichos alimentos junto a la falta de movimiento son las pautas más concretas que producen esta pandemia. Pero qué hace la administración para evitar el exceso de azúcares, nada o muy poco y como dice mi madre “Si lo venden en el supermercado, cómo va a ser malo?”
El desconocimiento de la población respecto a el daño para la salud que se produce por consumir alimentos ricos en azúcares les exime de culpa. Es a la administración a quien le toca velar por la salud de los ciudadanos y vigilar a las empresas y a las farmacéuticas. Pero eso es otro cantar compañero.
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