Cambiando hábitos para una vida más saludable: Bye bye ascensor
Desde hace un par de semanas no sé lo que es un ascensor, las galletas de la pausa del café en la oficina son invisibles y no falta un vaso de agua en mi escritorio. No me he puesto a dieta, me estoy concienciando cada día más sobre un tema que me toca de cerca: la diabetes*. Y la palabra reversible es la causante de tanto revuelo. Un pequeño cambio de hábitos y me acercaré a una vida más saludable.
(*Cuando hablo de diabetes, me refiero a la diabetes tipo 2, ya que la diabetes tipo 1, en la que el cuerpo no produce insulina, no es prevenible).
Quizás no lo sepas, pero la diabetes se está convirtiendo en la pandemia del siglo XXI, y no lo digo yo, lo dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los datos referentes a países que nos llevan la delantera en cuanto a malos hábitos alimenticios, como los Estados Unidos. Donde la mitad de la población tiene o está en riesgo de tener diabetes.
La diabetes hasta ahora afectaba a las personas mayores, pero la enfermedad está llegando en edades cada vez más tempranas, incluso en niños y niñas. La evidente causa de este hecho es una alimentación cada vez menos sana y la falta de actividad, responsables también de la obesidad.
Con la introducción de pequeños cambios en nuestros hábitos estamos previniendo enfermedades que pueden empeorar ostensiblemente nuestra calidad de vida y están vinculadas con el sobrepeso y la obesidad. Prevenir la diabetes tipo 2 es una perspectiva muy motivadora para revisar hábitos y cambiar conductas menos saludables.
Quizás te sorprenda tanto como a mí saber que muchas personas con prediabetes – trastorno por el cual el nivel de la glucosa en la sangre es mayor de lo normal pero no tan alto como para considerarse diabetes – desconocen que la tienen hasta que es demasiado tarde. Y la prediabetes puede ser reversible, con una alimentación saludable y con la práctica de ejercicio físico moderado.
Cuando comencé a documentarme sobre este tema todo lo que podía saber acerca de la enfermedad era por tener una persona muy cercana y muy querida con diabetes, mi abuela. Si es también tu caso, sabrás el esfuerzo que supone a una persona con diabetes el estar continuamente pendiente de lo que come y, lo que es más difícil, evitar las tentaciones, que no son pocas. Especialmente en reuniones familiares y ocasiones especiales.
He de reconocer que no soy una persona de excesos y practico ejercicio regularmente, pero el conocimiento de esta realidad – además de que por razones genéticas me encuentro entre el grupo de riesgo de padecer diabetes – ha hecho que esté más atenta a mi alimentación y hábitos de vida, consciente de que son básicas en la prevención de la diabetes.
En mi caso esta perspectiva adquiere una nueva proporción, muy chiquitita: soy más consciente de con qué y a qué hora alimento mis células (es la nueva medida a observar, cuando comemos les estamos alimentando tanto de nutrientes como de azúcares y grasas) y para mantenerme activa me desplazo buscando el antiatajo, vamos que por mucho que lo intente, el lobo no me va a convencer de que tome el camino más corto.
Haz caso a la abuelita, elige el camino más largo antes de ver las orejas al lobo…