Dieta mediterránea: la mejor en un potente estudio para el control de la diabetes tipo 2
La respuesta a la pregunta del millón se ha obtenido en un metaanálisis que ha revelado a la Dieta Mediterránea como la mejor herramienta dietética en el control de la glucemia, perder peso y mejorar los factores de riesgo cardiovascular en personas con diabetes tipo 2
El panorama
Habiéndose estimado que para el año 2035 habrá 592 millones de personas afectadas, y a pesar de la falta de conciencia poblacional, los datos actuales sobre la prevalencia de la diabetes tipo 2 indican que esta enfermedad tiene un marcado carácter epidémico. Entre las principales características de la diabetes tipo 2 destacan típicamente el aumento de la glucosa en la sangre, la resistencia a la insulina y la baja sensibilidad a la insulina. Con un 90% de afectados en situación de sobrepeso u obesidad, está ampliamente aceptado que el exceso de peso es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de esta enfermedad. Además, entre los afectados, la mayoría presentan alteraciones de los lípidos plasmáticos (dislipidemia), hipertensión e hiperinsulinemia, factores todos ellos que están asociadas con el síndrome metabólico, lo que incrementa el riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares en edades tempranas.
Al mismo tiempo la experiencia ha puesto de relieve que los estilos de vida y los distintos perfiles dietéticos tienen un papel destacado a la hora de establecer un pronóstico tanto sobre el avance de la enfermedad como de sus complicaciones. En este sentido se han propuesto distintas estrategias dietéticas encaminadas a la mejora de los pacientes, entre ellas destacan las dietas bajas en hidratos de carbono, las bajas en grasa (y más en concreto las bajas en grasas saturada), la dieta mediterránea y la dieta DASH (del inglés: Aproximación Dietética para Parar –Stop- la Hipertensión). Sin embargo no existe un consenso claro al respecto de cuál de estas estrategias es la mejor en los casos de diabetes tipo 2, encontrándonos con una amplia cantidad de estudios en los que cada una de estas propuestas dietéticas ofrecen resultados prometedores para los pacientes.
La pregunta:
¿Cual es la mejor dieta para controlar la diabetes tipo 2, la glucemia, el peso y los factores de riesgo cardiovasculares?
La respuesta
Con este punto de partida, es decir, resumir el actual conocimiento científico en esta área, se ha publicado recientemente un metaanálisis en el que se ponen bajo la lupa tres estrategias dietéticas:
- La dieta baja en grasa,
- La dieta baja en hidratos de carbono, y
- La dieta mediterránea.
Su finalidad, ya te la imaginas, fue elucidar cuál de las tres ofrece los mejores resultados en el manejo de los pacientes con diabetes tipo 2 y la prevención de sus frecuentes comorbilidades. Si se me permite la comparación, una especie de Operación Triunfo dietética, o si se prefiere, un “solo puede quedar uno”.
Así, el artículo The impact of major dietary patterns on glycemic control, cardiovascular risk factors, and weight loss in patients with type 2 diabetes: A network meta-analysis (Impacto de los principales patrones dietéticos en el control glucémico, los factores de riesgo cardiovascular y la pérdida de peso en pacientes con diabetes tipo 2: un metaanálisis en red).
[Antes de seguir, déjame apuntar que un ‘network meta-analysis’ (o análisis en red) utiliza técnicas novedosas de análisis que permiten incorporar la información procedente de comparaciones directas e indirectas a partir de una red de estudios de forma que se examinan los efectos de diversos tratamientos de una manera más completa. Su aplicación en epidemiología clínica es especialmente útil en situaciones en las que existen varios tratamientos que se han comparado frente a un elemento común. Esta técnica se revela relevante ante una pregunta clínica o de investigación cuando existen múltiples tratamientos que deben ser considerados, o cuando se dispone tanto de información directa como indirecta en el cuerpo de la evidencia].
Así, tras estudiar los resultados de estos tres modelos dietéticos las conclusiones del estudio no pueden ser más claras:
“Una dieta mediterránea mostró beneficios en el control glucémico, la pérdida de peso y los factores de riesgo cardiovascular en personas con diabetes tipo 2.”
Las matizaciones
Para los autores de este metaanálisis, conducido por el Centro Cochrane de China, la dieta mediterránea respondía a 7 características:
- Una alta presencia dietética de alimentos vegetales que consiste en frutas y verduras, pan integral y cereales, nueces, legumbres y semillas;
- Los alimentos deben ser frescos, cultivados localmente y de temporada, sin procesar;
- Una gran cantidad de fruta fresca consumida diariamente;
- La miel o los azúcares concentrados se consumen varias veces por semana en cantidades más pequeñas;
- El aceite de oliva es considerado como un ingrediente principal de la grasa en la cocina;
- Cantidades moderadas de queso y yogur;
- Restricción de la ingesta de carnes rojas.
Cabe destacar que estas, y no otras, fueron las características con las que la dieta mediterránea resultó “ganadora” frente a sus competidoras en este estudio. Ahora bien, no todo el mundo describe la dieta mediterránea de la misma forma; este es uno de los grandes problemas que se le achacan al constructo mediterráneo. Es más, hay quien dice que la dieta mediterránea es hasta cierto punto una “entelequia”, llegando hasta el punto de que la propia Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha dicho de ella que “no está suficientemente bien caracterizada… y que la dieta mediterránea está definida por distintos patrones dietéticos dependiendo del país que se considere y que no tienen por qué coincidir”.
Sea como fuere de lo que caben pocas dudas es al respecto de considerar como beneficiosas ciertos hábitos dietéticos consistentes en la inclusión de una importante cantidad de alimentos vegetales frescos (verduras y hortalizas) en nuestras mesas, junto al consumo también proporcionalmente alto de legumbres y cereales integrales; minimizando tanto como sea posible la presencia de alimentos procesados, y consumiendo con moderación alimentos de origen animal. Un patrón general del que ya hemos hablado en infinidad de ocasiones en este blog (ejemplo 1, ejemplo 2 y ejemplo 3) y que pudiera ser entendido como mediterráneo en el mismo momento que incluyéramos el aceite de oliva como un ingrediente indispensable a la hora de cocinar y aliñar. Algo que, afortunadamente en nuestro medio, es especialmente sencillo.
En el terreno de las críticas, me da pena que a pesar de que el metaanálisis en cuestión mencionara la importancia de la actividad física en el manejo de la diabetes tipo 2, esa necesaria actividad física no estuviera en ningún modo relacionada con la Dieta Mediterránea. Y digo así, en el terreno de las críticas, porque bien entendida, entre las primeras definiciones del tema mediterráneo, aquellas que formularon sus ideólogos, la dieta mediterránea era más un estilo de vida que un estilo dietético como tal. Así entendida, una de sus principales características era precisamente esa, el mantener un patrón de actividad física relativamente elevado, tal y como se puede comprobar en su germen. Más allá de lo que se pudiera comer o dejar de comer.
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