¿Cual es la evolución normal del peso en la infancia?
Para valorar el crecimiento de un niño, los pediatras utilizamos principalmente el peso y la talla, a través de unas tablas que nos permiten valorar su evolución a lo largo del tiempo y compararlos con el resto de niños de su mismo género y edad. A partir de esas tablas podemos conocer los “percentiles”, que vienen a ser la posición que ocuparía ese niño entre 100 niños de su edad, dentro de la población de referencia, tanto para el peso como para la talla.
Además, para conocer si el peso y la talla están proporcionados, utilizamos el índice de masa corporal (IMC) que relaciona el peso con la talla y, al igual que en los adultos, nos da una idea de si el peso es adecuado para esa talla, si es bajo, o si por el contrario existe sobrepeso u obesidad.
Los valores del IMC también varían a lo largo de la infancia y adolescencia, por lo que las referencias que se utilizan en la edad adulta (sobrepeso con IMC>25; obesidad con IMC>30) no son válidas en estas etapas de la vida.
Esta es la razón por la cual contamos con unas gráficas de evolución del IMC para conocer si el peso del niño es o no excesivo para esa talla y esa edad. En estas gráficas de la evolución de la OMS puede apreciarse que el IMC aumenta a lo largo de los primeros meses de vida, hasta alcanzar un máximo entre los 6 meses y el año de vida, que luego va reduciéndose hasta los 2 años.
Esa es la evolución normal y por ello es habitual que los lactantes tengan un aspecto “rellenito” en los primeros meses de vida. Contrariamente a lo que mucha gente piensa, este aumento durante los primeros meses suele ser más llamativo entre los niños alimentados con lactancia materna exclusiva.
Lo que sucede es que durante esos primeros 6 meses de vida el lactante acumula energía en forma de grasa, que le va a permitir mantener un crecimiento adecuado en los meses posteriores. Habitualmente, cuando se introduce la alimentación complementaria, y sobre todo cuando el niño comienza a moverse y explorar el mundo de forma autónoma, la ganancia de peso se hace más lenta y el IMC comienza a reducirse para mantenerse estable entre los 2 y los 5 años. Por todo ello, un IMC elevado en estas edades no tiene porque alertarnos salvo en situaciones extremas, ya que no significa que ese niño vaya a ser un adulto con sobrepeso, si su alimentación es saludable y se mantiene activo.
A partir de los 5 años de vida, el IMC comienza a aumentar progresivamente , y esto es debido a los cambios de la composición corporal (aumento de la grasa corporal y posteriormente también de la masa muscular, más acentuados en la adolescencia). Esto es lo que se conoce como rebote adiposo, y no tiene porqué significar sobrepeso, siempre que la evolución del IMC se mantenga en una línea estable dentro de las gráficas que hemos referido antes.
Sin embargo, a veces ese aumento en el IMC empieza a verse antes de los 5 años de vida: es lo que conocemos como rebote adiposo precoz, y éste sí tiene que ver con el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad durante la infancia, y de que se haga persistente en la vida adulta, por lo que el aumento de peso en esta etapa si debe ser evaluado, corrigiendo precozmente las causas que hayan podido motivarlo.
Otros niños empiezan a ganar peso en etapas posteriores, más allá de los 6 años, en estos casos vemos que su IMC aumenta más de los esperable en su edad. A menudo ésto suele coincidir con cambios de hábitos alimentarios o disminución de actividad física, especialmente alrededor de la adolescencia, que vuelve a ser una edad de riesgo para el desarrollo de sobrepeso y obesidad, tanto por los cambios hormonales que se producen durante la misma como por los cambios psicológicos y de hábitos que acompañan esta etapa de la vida.
Por todo ello, si nos llama la atención la ganancia de peso del niño (y sobre todo si notamos el cambio a nivel de aspecto corporal) debemos solicitar ayuda lo antes posible para valorar desde cuando se ha producido ese aumento, y si es excesivo, poner tomar medidas y evitar que el sobrepeso y la obesidad le acompañen durante toda la vida.
Según el estudio ALADINO* realizado en 2015, en España el porcentaje de niños con sobrepeso es del 23,2%, y el de niños con obesidad del 18,1%, cifras realmente alarmantes, ya que sitúan a España entre los países europeos con mayor prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil, que suponen a la vez un riesgo importante de desarrollo de diabetes tipo 2, que cada vez se diagnostica a edades más precoces.
Aunque las cifras han mejorado ligeramente en los últimos años (en 2011 las cifras fueron de 24,6% y 18,4% respectivamente), nuestros esfuerzos deben centrarse en mejorar la situación actual, trabajando para que nuestros niños adquieran hábitos de vida saludables desde etapas tempranas de la vida.
*Estudio ALADINO 2015: Estudio de Vigilancia del Crecimiento, Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España 2015. Madrid: Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; 2016.
Santy Conde
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