Hidratación, calorías y diabetes: un peligroso triángulo
A día de hoy bebemos más que hace cuarenta años. A pesar de ello y en contra de lo que cabría esperarse, nuestra ingesta de agua sigue siendo similar a la par que insuficiente. Parece bastante evidente que nuestros patrones de hidratación han cambiado y con ello también, probablemente, nuestro riesgo de sufrir diversas enfermedades metabólicas.
Verano: ese momento del año en el que por encima de todos los demás somos el objetivo de una especial campaña enfocada a hacernos llegar todos aquellos mensajes relativos a la importancia de la hidratación. Es algo esperable, y por qué no decirlo incluso normal. El aumento de las temperaturas, unido al hecho de una mayor probabilidad de pasar más tiempo en el exterior e incluso de realizar una actividad física más o menos extenuante justifica todos estos mensajes.
Se vende más agua sí, pero no bebemos tanta
A pesar de lo dicho y de la necesidad de reiterar la importancia de la hidratación, no olvidemos que al mismo tiempo existe un creciente e importante interés comercial en que bebamos más… de cualquier cosa, incluida el agua, en especial cuando se trata de la embotellada. Por poner un ejemplo de aquello a lo que me refiero en relación al agua envasada, conviene prestar atención a los dos siguientes gráficos.
El primero en relación al incremento casi exponencial que ha sufrido en los últimos años la venta de agua embotellada y, el segundo, para poner de manifiesto cuáles son las principales marcas que copan el mercado español de esta embotellada e hídrica alternativa, al tiempo que poco ecológica.
Aun y todo bebemos poco agua y demasiado de otras cosas
Pero más allá de las cuestiones ecológicas y de mercado inherentes a la venta de agua embotellada, conviene tener en cuenta un preocupante dato: bebemos una cantidad de agua relativamente similar a la de hace años, pero al mismo tiempo hemos aumentado el consumo de una cantidad de líquidos que no son agua y que es preciso tomar en consideración.
Me refiero a esas otras bebidas que no siendo agua ingerimos muchas veces convencidos de estar enriqueciendo con ello nuestro capital hídrico y que, sin dejar de ser cierto, tienen al mismo tiempo otras importantes repercusiones que en nada nos benefician. Tal y como puso de relieve este clarividente estudio: Shifts in Patterns and Consumption of Beverages Between 1965 and 2002 (Cambios en el patrón de consumo de bebidas entre los años 1965 y 2002), conviene tener en consideración que:
- En 1965 el 66% de la población ingresaba con las bebidas menos del 15% de las calorías que consumía en todo el día. Sin embargo, en 2002 esa población que tan poco ingreso hacía de calorías líquidas cayó hasta el 42%.
- En 1965 el 17% de la población ingresaba con las bebidas entre el 15 y el 25% de las calorías ingeridas… en 2002 el porcentaje de población en esa situación aumentó hasta el 27%.
- En 1965 había también un 17% de la población que incluía con las bebidas más del 25% de las calorías totales consumidas… sin embargo, en 2002 el 30% de la población estaba en esa situación.
Dicho brevemente y dejando al margen tanto baile de cifras: actualmente y con respecto a hace más de 50 años ha aumentado de forma preocupante el ingreso de calorías que hacemos a partir de lo que bebemos.
Calorías líquidas, obesidad y diabetes
Por tanto y probablemente con cierta indulgencia, hemos incrementado el consumo de calorías a partir de ciertas bebidas que, más allá del agua (que no ha variado) implica el consumo de refrescos, zumos y otras bebidas azucaradas o alcohólicas con una segura e importante repercusión sobre nuestro metabolismo.
Llegados a este punto, conviene poner de relieve un concepto interesante que es el que se conoce como “calorías vacías” en relación a todos aquellos productos alimenticios con un valor nutricional nulo o escaso, pero que al mismo tiempo incorpora un valor energético (o de calorías) a tener en cuenta sin que, además, su consumo implique una mayor saciedad. Tal y como se puede prever, este tipo de alimentos portadores de las muy poco recomendables calorías vacías toman en numerosas ocasiones la forma de “refrescos” tal y como puso de relieve en su día el Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York cuando lanzó la campaña “Are you pouring on the pounds?” (un lema que no teniendo una traducción fácil se podría interpretar como “¿Estás vertiendo más calorías sobre tus kilos?”) en la que merece la pena prestar atención a dos de sus ilustrativos vídeos: este de aquí y este otro.
No seré yo quien ponga de relieve una extemporánea relación causal entre el consumo de más calorías líquidas y el brutal aumento de la prevalencia de la obesidad o de la diabetes en nuestro entorno, pero las cifras están ahí, y la explicación metabólica no es que se diga precisamente descabellada; más al contrario, parece bastante plausible.
El aspecto más preocupante en este terreno redunda en coincidir que son precisamente las empresas que más énfasis ponen en la hidratación, las mismas que comercializan tanto aguas embotelladas como refrescos, bebidas –supuestamente- para deportistas y otras zarandajas las que están todo el día, cual martillo pilón, dando la matraca con la importancia de la hidratación… que si al volante, que si en la tercera edad, que si en el deporte, que si en la infancia… todo ello con la pátina o barniz de la ciencia, pero con muchas y sospechosas vinculaciones con ciertos intereses comerciales.
Consejos rápidos e inequívocos al respecto de la hidratación
- Tu sed es el mejor indicador de tu necesidad de beber. Para una persona sana la sed es una guía adecuada para tomar agua, con las posibles salvedades de los bebés, los deportistas y una buena parte de personas enfermas y ancianas en los que podría ser necesario “programar” una ingesta de líquidos más allá de su sensación de sed.
- El agua es la mejor, insustituible, saludable y económica forma de mantenerte hidratado.
- La elección por costumbre de otras opciones frente al agua, tales como refrescos, bebidas para deportistas, zumos, bebidas alcohólicas, etcétera, tiene efectos colaterales y negativos… inevitables. Nada sustituye al agua.
- No hagas caso a 9 de cada 10 médicos, en especial cuando esta coletilla se antepone para terminar por recomendarte beber agua embotellada. Esto solo suele ser indicador de que una amplia mayoría de ciertos profesionales sanitarios está malinformada o patrocinada por la industria.
- Que no te engañen: bebe agua del grifo. Salvo raras excepciones el suministro de agua potable en España es de una más que buena calidad, y solo en localidades concretas en las que el agua posee altas concentraciones de determinadas sales podría ser conveniente, por cuestiones organolépticas, no tanto de salubridad, recurrir a las aguas envasadas.
- Las aguas embotelladas, minerales o no, no tiene efectos preventivos ni curativos sobre ninguna enfermedad. La época de las conocidas como aguas minero-medicinales pertenece al pasado, y no precisamente cercano… podríamos hablar sin riesgo a equivocarnos de un periodo decimonónico. Así nos lo recuerda la OCU en un informe al respecto de las aguas minerales.
Y es que te pongas como te pongas al final el resumen es que en España, tal y como sucede en el resto de países de su entorno, bebemos poca agua y bebemos mucho de lo que no es agua. Así pues cuando tengas sed bebe agua, es lo mejor para tu salud, y que no te apuro en recurrir a la del grifo, esta opción es la más barata y ecológica que la embotellada.
Por Juan Revenga, dietista-nutricionista y biólogo
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Veo que vives en Zaragoza, ¿tu bebes el agua del grifo de zaragoza? a mí me sabe fatal, cada vez peor y es lo que me hace comprar agua embotellada.