Azúcares, etiquetado y diabetes
En el mundo de las asociaciones rápidas entre palabras hay algunas especialmente inmediatas que pertenecen al acervo popular. Seguro que me entiendes con algunos ejemplos tales como martillo-clavo, lluvia-paraguas, cuchara-sopa, etcétera. Pero la que hoy pretendo destacar en este post es la de diabetes-azúcar. Es decir, a buena parte de la población hablarle de ‘diabetes’ es pensar de forma inmediata en ‘azúcar’; tanto que son muchas las personas que creen que este es la única cuestión que afecta a las personas con diabetes y se llegan a establecer conclusiones más o menos simplistas tales como que para estos pacientes ‘el problema’ es el azúcar, y poco más.
En realidad, el problema con el azúcar es de todos. Me refiero a que toda la población vive a día de hoy con el azúcar al cuello, ya sea que padezcamos o no
diabetes. Así lo pone de relieve la Organización Mundial de la Salud en su ‘Guía sobre ingesta de azúcares para niños y adultos’ cuando no se cansa de poner signos de advertencia sobre este ingrediente. Elocuente como pocas es la gráfica adjunta que representa el consumo de azúcar en los últimos tres siglos: hemos pasado de tener un consumo medio por habitante y año de aproximadamente los 3-5 kg en el siglo XVIII a los cerca de 70 kg en la actualidad (fuente).
El verdadero problema con las personas que padecen diabetes es que, en base a una serie de factores -genéticos y de estilos de vida- terminan por presentar una resistencia a la insulina, de forma que esta no realiza correctamente su función, y por lo tanto los niveles de glucosa en sangre aumentan por encima de aquello que sería saludable.
Pero no nos engañemos, el problema con el acceso a la ingente cantidad de azúcar que nos rodea (en cualquiera de sus formas) es de todos. Por eso, es hora de identificar el azúcar presente en los alimentos y de conocer las herramientas para interpretar de forma adecuada el etiquetado.
Primer paso: no preocuparse (casi) por los alimentos de mercado
Antes de nada, ten en cuenta que solo has de preocuparte del azúcar presente en los alimentos ultraprocesados o ese azúcar que la OMS considera como azúcares ‘libres’. Me explico. Cuando vas al mercado y compras cuarto y mitad de acelgas, un rodaballo de 2 kilos, medio de cerezas, dos pechugas de pollo fileteada, y otros productos similares, puedes olvidarte del azúcar. Bien por que los alimentos mencionados no lo contienen o bien por que el contienen no merece la pena contabilizarlo, al menos de forma negativa. Esos azúcares, de estar presentes, son considerados como ‘intrínsecos’. Te cuento.
Los azúcares ‘libres’ son todos aquellos azúcares que los añade el propio usuario (típicamente con el azucarero) o los que incorpora el fabricante en la elaboración de cualquier producto procesado. A modo de excepción la OMS también considera azúcares ‘libres’ aquellos que están presentes en un alimento gracias a su especial disponibilidad, aunque no medie “adición” alguna, por ejemplo los de la miel y los presentes en los zumos.
En sentido contrario los azúcares presentes en la leche, las frutas y las verduras enteras y frescas son considerados ‘intrísecos’. Así, y en palabras de la propia OMS, no se han de tener en cuenta de forma negativa cuando se eligen estos alimentos.
Segundo paso: entender las declaraciones relativas al azúcar en el etiquetado
Supongamos que ahora ya no estás en el mercado y te encuentras delante de producto que, en el súper, tiene su envase y etiquetado y que en él hay algo que refiere a su contenido en azúcar. Este puede ser:
- Bajo contenido en azúcar: el Reglamento Europeo 1924/2006 sostiene que Solamente podrá declararse que un alimento posee un bajo contenido de azúcar, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto no contiene más de 5 g de azúcar por 100g en el caso de los alimentos sólidos o de 2,5g de azúcar por 100 ml en el caso de los líquidos.
- Sin azúcar: en el mismo texto
se afirma que solamente podrá declararse que un alimento no contiene azúcar, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si el producto no contiene más de 0,5 g de azúcar por 100 g o 100 ml.
- Sin azúcares añadidos: Solamente podrá declararse que no se han añadido azúcares a un alimento, así como efectuarse cualquier otra declaración que pueda tener el mismo significado para el consumidor, si no se ha añadido al producto ningún monosacárido ni disacárido, ni ningún alimento utilizado por sus propiedades edulcorantes. Si los azúcares están naturalmente presentes en los alimentos, en el etiquetado deberá figurar asimismo la siguiente indicación: “CONTIENE AZÚCARES NATURALMENTE PRESENTES”.