Si la máquina de ‘vending’ te odia, correspóndele
La presencia de las conocidas como máquinas de ‘vending’ ha crecido de forma exponencial en las últimas tres décadas. Sin embargo y a pesar de sus posibilidades su contenido es habitualmente de lo más inconveniente en el terreno de la salud.
Las máquinas expendedoras de autoservicio (en adelante ‘vending’) suelen caracterizarse por concentrar en un pequeño espacio una amplia variedad de productos con un escaso valor nutricional, cuando no directamente insanos. Todos los conocemos: refrescos azucarados o edulcorados, snacks dulces y salados en forma de patatas, chocolatinas, bollería, galletería, etcétera. Es decir, mucho de lo inconveniente y poco o nada de lo que podría ser más recomendable. El único elemento que a modo de denominador común se podría salvar es el agua, cuando la hay. Lo peor del asunto viene cuando muchos de esos elementos además de ser insanos se nos ofrecen bien en su envase o publicidad (lo más habitual en los dos canales) como saludables. Es el ejemplo de productos ultraprocesados (chocolatinas, barritas de cereales, snacks salados…) bajos en calorías o con el eslogan de ser “mediterráneos”, de origen ecológico o apto para veganos. En estos casos y por seguir con los mismos ejemplos se trataría más bien de porquerías bajas en calorías, mediterráneas, ecológicas o veganas.
¿Necesitamos “estar en un pienso”?
Se suele atribuir a los animales forrajeros que se alimentan a través de un morral atado a su cabeza la expresión de “estar en un pienso” por aquello de permanecer buena parte de su vigilia comiendo. También es el caso de aquellas reses que viven confinadas con la cabeza sujeta sobre el pesebre que les alimenta de forma ininterrumpida. Y si se me permite la comparación, el ‘vending’ es al ser humano lo que estas técnicas de producción animal a las reses. Estas máquinas las descubrimos sin problemas en los centros de trabajo, educativos, sanitarios, gasolineras, cines… y sin buscar demasiado a pie de calle en cualquier esquina.
Así pues y con independencia de aquello que contengan (normalmente productos muy poco recomendables) la primera pregunta que nos debiéramos hacer es si tanta disponibilidad responde a una necesidad o si su uso aporta algún beneficio extra frente a su ausencia. Y la respuesta es clara: no en ambos casos. Ni tenemos la necesidad de estar continuamente comiendo (llegado el caso tampoco de hacer las consabidas 5 ingestas diarias), ni comer más veces implica un beneficio extra.
Más al contrario si algo tenemos claro en referencia a las causas de la epidemia de obesidad, de diabetes y de otras enfermedades metabólicas propias de nuestro tiempo, es que la sobrexposición alimentaria ayuda a explicarlas. Comemos mucho. Más de lo que sería conveniente. Ni que decir tiene si además que aquello con lo que nos pasamos de frenada al comer tiene las pésimas características nutricionales que suelen adornar a los productos típicos del ‘vending’, y que habitualmente implican una sobrecarga de azúcares, harinas refinadas, sal y grasas… cuando no de todo a la vez.
Así pues, antes de abordar qué debería o podría estar presente en este tipo de máquinas expendedoras, deberíamos de tomar conciencia que, habitualmente, no necesitamos comer tanto y en tantas ocasiones como lo que invita a pensar su ubicuidad.
La conciencia del ‘vending’ saludable aumenta
Más allá de la cuestión casi trascendental de si permitir (o al menos regular de algún modo) la sempiterna presencia de estas máquinas en nuestras vidas, hay diversas acciones que se han puesto en marcha para mejorar el perfil nutricional de su contenido. De esta forma cada vez son más las iniciativas tanto públicas como privadas que se han propuesto dar ejemplo y cambiar la dinámica a la que venimos estando acostumbrados.
Uno de los casos más recientes lo tenemos en el ejemplo de Portugal, país que en marzo de este año dio una vuelta de tuerca más a este asunto. Así y tras prohibir la presencia de productos con un perfil nutricional negativo en los centros educativos en 2013, este año obligó a cumplir con esta prohibición a los productos que se pudieran encontrar en los centros sanitarios. Fuera refrescos, golosinas y snacks dulces y salados. Este tipo de intervenciones liderada de forma destacada por Portugal, ha llevado al sector del ‘vending’ en general a plantear un documento de buenas prácticas para lograr un ‘vending’ saludable.
Dentro de las iniciativas públicas destaca también en nuestro país “Gosasun” en realidad una iniciativa público-privada para lo promoción de estilos de vida saludable que incorpora un interesante proyecto encaminado hacia un ‘vending’ más adecuado, que alcance al menos al 50% de las máquinas de este tipo ya implantadas. Una medida similar a la implementada hace poco tiempo por la Comunidad Valenciana. Medidas todas ellas muy loables pero que habrá que observar de cerca su cumplimiento ya que, a modo de ejemplo baste tener en consideración lo acontecido con la Región de Murcia, quien contando con un documento (capítulo III) con estrictas prohibiciones al respecto de los productos que podrían estar o no disponibles en los institutos (en base a su perfil nutricional) en 2010, no ha sido hasta la semana pasada (7 años después) cuando al parecer se ha implementado.
De esta forma y como viene siendo habitual en estos casos, parece que la última salvaguarda la han de ofrecer los propios interesados, llegado el caso afectados, a la hora de demandar y promover en su entorno, por ejemplo el laboral, una oferta alimentaria más adecuada, y alejada del habitual contenido de las máquinas de ‘vending’, sirvan de muestra estos dos casos: este de aquí o este otro.
En resumen
- En referencia a la población general y en mi opinión no es necesaria tanta presencia de este tipo de máquinas, sea lo que sea que contengan. Desde chocolatinas y refrescos (que evidentemente no necesitamos) hasta aquellas que contengan, por ejemplo, fruta. En estos casos, la fruta se suele ofertar a doblón, a precios muy por encima de su precio de mercado. Un servidor ha sido testigo de ofertas de fruta cortada y embolsada a 30€/kg… si alguien desea comer fruta en su trabajo, de viaje o donde sea se puede llevar desde casa.
- Si muchas máquinas no ofrecen opciones saludables es porque en ocasiones el propietario de la máquina no ve rentable este tipo de productos y tras haber probado su escasa aceptación por parte de los consumidores, termina por dejar de ofrecerlos. Hay que tener en cuenta que en muchas ocasiones este tipo de productos son perecederos y su vida útil es muy inferior al de los productos más habituales y además suelen tener condiciones especiales para su conservación, como por ejemplo la temperatura.
- Hace no más de 30 o 40 años, antes de la proliferación de las máquinas expendedoras de alimentos tal y como las conocemos la población no se moría de hambre, ni caía enferma víctima de terribles déficits nutricionales por no tener alimento que llevarse a la boca antes de llegar a casa a comer o cenar. Solventaban la posible necesidad de comer algo en el trabajo, coche, colegio, o en las visitas al hospital con previsión. Esa previsión normalmente iba envuelta en papel de aluminio, de periódico o de estraza, y a veces en una fiambrera.
Así pues, no dejes tu alimentación en manos de improvisación a menos que controles tu improvisación y sepas qué tipo de oferta te vas a encontrar allá donde estés. Tu economía y a buen seguro tu salud te lo agradecerán. Y recuerda, si la máquina de ‘vending’ no te quiere, tampoco le demuestres tú demasiado cariño.
Por Juan Revenga, dietista-nutricionista
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