Edulcorantes, peso, diabetes y salud: muchas dudas y pocas certezas
Los edulcorantes acalóricos se han propuesto como una solución a un problema: la omnipresencia del azúcar. Pero su uso a día de hoy sigue siendo controvertido ya que además de solucionar poco o nada, quizá sean el origen de no pocos problemas
A estas alturas no descubrimos nada a nadie si decimos que el asunto de la implicación en la salud de los edulcorantes está en el ojo del huracán. Sin ir más lejos este es un tema que ya ha pasado por este blog en concreto con dos post consecutivos que publicamos en 2016 (este el primero y este el segundo). Ya entonces comentábamos las sombras que de un tiempo a esta parte se cernían sobre los sustitutos acalóricos del azúcar o sus derivados. Las sombras, para centrar bien el tema, no aludían al temor clásico que muchas veces se ha comentado sobre su seguridad. En el sentido clásico, todos los edulcorantes autorizados son seguros. Por eso están autorizados, y te lo conté en este artículo. La polémica sobre su problemática refiere a su capacidad para estimular el incremento de ciertas enfermedades no transmisibles como diabetes, incremento de peso, disbiosis, etcétera y otras situaciones metabólicas como el aumento del apetito. Así y como ya ha pasado un tiempo significativo desde aquel 2016, vamos a ver punto por punto y de forma esquemática qué es lo que sabe la ciencia y lo que no sobre estas cuestiones.
¿Qué se sabe del papel de los edulcorantes en el aumento de peso?
Se han hecho muchos estudios observacionales, de intervención e incluso alguno en modelos animales para estudiar la relación entre el consumo de edulcorantes y el estatus ponderal. Con ellos en la mano, la única conclusión que podemos sacar… es que no podemos sacar conclusiones. Me explico, hay estudios que muestran unos resultados en un sentido (que el consumo de edulcorantes se asocia con el aumento de peso) y otros en el contrario. En 2017 se publicaron dos interesantes trabajos. Por su parte, un metaanálisis que concluía: “La evidencia de los ensayos clínicos controlados no respalda los beneficios previstos de los edulcorantes en el control del peso, y los datos de estudios observacionales sugieren que la ingesta rutinaria de estos edulcorantes acalóricos podría estar asociada con un mayor Índice de Masa Corporal, así como mayor riesgo cardiometabólico”. Y por otro lado una revisión con metaanálisis que resumía sus hallazgos de la siguiente manera: “Este estudio encontró dos asociaciones significativas tanto del consumo de refrescos azucarados, como el de refrescos con edulcorantes (sin azúcar) con la obesidad. Por lo tanto, lo que podemos dar por bastante cierto es que no deberíamos recomendar el uso de edulcorantes como estrategia válida para perder peso.
¿Qué se sabe del papel de los edulcorantes en el aumento del apetito?
Años atrás, algunos investigadores afirmaron que los edulcorantes podían ser un elemento que provocara mayores ingestas, la explicación que se daba es que el uso de edulcorantes desvinculaba la sensación de dulzor del ingreso de calorías (algo evidente en el uso de azúcar), y que ese desacoplamiento del sabor dulce con la (no) inclusión de calorías (propio de los edulcorantes acalóricos) afectaría a los mecanismos de control del apetito y haría que las personas comieran más.
Aunque la teoría podría haber sido cierta, lo cierto es que recientes estudios no han podido respaldarla y es una idea prácticamente ya descartada. Por lo que se ha podido comprobar, la presencia de edulcorantes no afecta al apetito ya se incorporen a través de ingestas más o menos calóricas.
¿Qué se sabe del papel de los edulcorantes y el riesgo de diabetes tipo 2?
En el terreno de los metaanálisis de estudios observacionales este trabajo de 2016 da muestra de las pocas certezas existentes en este materia, sus conclusiones son de todo menos concretas:
“Los efectos de los edulcorantes sobre el metabolismo de la glucosa no están claros.
Los resultados de los ensayos clínicos son contradictorios y no son comparables debido a las principales diferencias existentes entre ellos. Se necesitan estudios que evalúen edulcorantes concretos, con un tamaño de muestra adecuado, incluido un grupo de estudio homogéneo, que identifique comorbilidades significativas, con un grupo de control apropiado, con un tiempo de exposición apropiado y que consideren ajustes para variables de confusión como la adiposidad”.
¿Afectan los edulcorantes de algún modo a la flora intestinal?
Desde principio de siglo, aunque con más intensidad en la última década, el estudio de las alteraciones del microbioma intestinal se ha postulado como un elemento que puede afectar a diferentes condiciones de salud, desde el peso, llegando hasta la diabetes y pasando por ciertos estados anímicos como por ejemplo la ansiedad (entre otros). Sin embargo, y a pesar del incesante rumor de fondo referente a estudios que aseguran haber encontrado esta o aquella relación, no hay nada que se pueda dar por cierto o descartar en la forma en la que los edulcorantes pueden alterar la salud de la microbiota intestinal.
¿Por qué están las cosas tan en el aire en relación a los edulcorantes?
La respuesta, que no nos va a gustar, es la pura realidad: abordando la nutrición desde un prisma científico, resulta francamente complicado diseñar estudios que aporten un nivel elevado de evidencia. Por estas razones y en relación a la obesidad (una de las mayores preocupaciones es posible que muchos resultados “positivos” se deban a una causalidad inversa. Es decir, que las personas con sobrepeso u obesidad consuman más alimentos y bebidas con edulcorantes precisamente por su condición, antes que el haberlos tomado les haya causado obesidad.
Otras consideraciones
Es imprescindible mencionar que con independencia de las reflexiones anteriores existe un grupo de pacientes concreto, aquellos que padecen fenilcetonuria, que han de evitar a toda costa el uso de un edulcorante concreto, es aspartamo. La razón es que el aspartamo está compuesto por dos aminoácidos: el ácido aspártico y la fenilalanina. En concreto es este último aminoácido cuyo control resulta determinante en esta clase de pacientes y, por lo tanto, lo han de evitar.
Por último, es necesario comentar que es posible aislar ciertos edulcorantes (en concreto de sacarina, sucralosa y acesulfamo-k,pero no de aspartamo) en la leche materna (obviamente en aquellas madres que previamente habían ingerido alimentos con dichos edulcorantes). Si bien aún no se ha determinado las posibles consecuencias de este hallazgo, se ha de tener en cuenta para advertir de ello a las madres que den el pecho.
Fuentes:
Dugan J, Chiu JW, Shubrook JH, Young CF. What we know–and don’t–about non-nutritive sweeteners. J Fam Pract. 2019 Jul/Aug;68(6):310-315. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/31381620
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