En los últimos años los profesionales que nos dedicamos a la nutrición y el crecimiento de los niños nos hemos volcado en resaltar la importancia de las primeras etapas de la vida por la influencia que tienen sobre la salud futura y especialmente en la prevención de la obesidad y enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2.

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Por Santy Conde, pediatra

Alrededor de este hecho, hay un mensaje que ha cobrado especial relevancia: la importancia de los mil primeros días de vida. Tanto es así que en España, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha lanzado su campaña “Gracias por esos 1.000 primeros días”, para fomentar una alimentación y hábitos de vida saludable.

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Video de la Campaña de AECOSAN (Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición) para fomentar una alimentación y hábitos de vida saludable en los primeros 1000 días de vida: embarazo, lactancia y los 2 primeros años del bebe. Iniciativa que forma parte de la Estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad).

Este periodo de mil días sería el comprendido entre la concepción y los 2 años de vida del niño, incluyendo por tanto no sólo lo que rodea al niño desde el nacimiento sino también durante la gestación.

Hoy sabemos que durante este periodo se produce el desarrollo de todos los tejidos que van a formar el cuerpo, pero también un conjunto de procesos muy complejo que va a determinar adaptación de ese cuerpo que se está formando al medio que nos rodea. Por ello, la información genética contenida en los cromosomas va a expresarse de distinta forma en función del ambiente en que ese cuerpo se está formando. Así, a nivel del metabolismo, éste se programará en función de la disponibilidad de nutrientes, el funcionamiento de la placenta, la lactancia (materna o artificial), la introducción de la alimentación complementaria, etc.

Estudios recientes demuestran que tanto la composición corporal de la madre previamente al embarazo, como su la alimentación (proporción de hidratos de carbono, grasas, patrón de dieta mediterránea), su estilo de vida, el incremento de peso materno durante el embarazo y problemas como la diabetes gestacional y déficits nutricionales influyen en la salud del niño, no solo en el momento del nacimiento, sino también en su evolución a lo largo de la vida y en el riesgo de presentar enfermedades como la obesidad, la diabetes o el síndrome metabólico en su vida adulta.

También se está comprobando que la microbiota (flora) intestinal de la madre durante el embarazo influye sobre la futura microbiota del bebé. Factores como el uso de antibióticos durante el embarazo, el parto y la lactancia, el tipo de parto, el tipo de lactancia (materna o artificial) y la alimentación complementaria influyen igualmente en la microbiota del recién nacido. Cada vez hay más datos que prueban que ésta tiene un papel importante tanto en el desarrollo de su inmunidad como en la aparición de enfermedades metabólicas.

Consejos para un embarazo saludable

Por todo ello, es necesario que durante el embarazo la alimentación de la madre sea saludable, con una ingesta abundante de abundantes frutas y verduras, evitando el consumo excesivo de azúcares, limitando el consumo de grasas saturadas y sal, manteniendo una adecuada hidratación. Habitualmente se indican también suplementos de vitaminas y minerales para evitar posibles déficits durante el embarazo.

Durante el embarazo hay que evitar el consumo de bebidas alcohólicas, tabaco y otras sustancias, y minimizar la exposición a medicamentos (utilizar sólo aquellos recomendados por su equipo sanitario y siempre que el beneficio esperado sea superior a sus posibles efectos secundarios sobre la madre y el bebé). Es también necesario evitar la exposición a contaminantes ambientales (contaminación, exposición laboral, metales pesados, etc.), no solo por su toxicidad directa sino también por su posible papel como